Sinopsis: Inglaterra, siglo XIII. Robin Longstride, un magnífico arquero al servicio del rey Ricardo Corazón de León, vuelve de las cruzadas en tierra santa saqueando poblados mientras lucha contra las tropas francesas. Cuando Ricardo muere bajo una fecha francesa, Robin se traslada a Nottingham con el objetivo de cumplir una promesa que hizo a Sir Robert Loxley antes de morir: devolver una espada a su padre, Sir Walter Loxley. Allí conoce a lady Marion, su viuda, una mujer con carácter. Mientras tanto, en un país debilitado por una larga guerra, regido por Juan, un rey débil y poco eficaz, contra las rebeliones internas y las amenazas externas maquinadas por el pérfido Godfrey, Robin y sus hombres se dejan llevar hacia una aventura mayor: deciden ayudar a impedir que el país caiga irremediablemente en una sangrienta guerra civil, y devolver la gloria a Inglaterra.
Acostumbrado a las adaptaciones de la leyenda que tratan más sobre como robaba Robin a los ricos, hacía la puñeta al sheriff y vivía en los bosques, se hace raro ver como esta película trata más bien de como se crea la leyenda en torno al arquero (como ya hizo Batam Begins) y de las conspiraciones entre el rey Juan de Inglaterra y Felipe de Francia.
El problema viene cuando se intenta abarcar demasiado, cuando el desarrollo decae. La película no llena, no engancha, no penetra dentro del espectador, no llega a emocionar ni a conmocionar, es fría, es lejana, en definitiva no te deja poso.
Vale que las escenas de acción no están mal rodadas, que la ambientación es buena, pero tiene un poco de todo y mucho de nada. Al final tras resultar mucho menos emocionante que el El reino de los cielos lo intentan solucionar con una última batalla muy poco lograda en la que aparecen los niños ladrones montados en ponis para ayudar al protagonista.
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