Sin perdón (no es para tanto)

Sinopsis: William Munny es un pistolero retirado, viudo y padre de familia, que tiene dificultades económicas para sacar adelante a su hijos. Su única salida es hacer un último trabajo. En compañía de un viejo colega y de un joven inexperto, Munny tendrá que matar a dos hombres que cortaron la cara a una prostituta.

Decepción. Esa es la palabra que merodea en mi mente después de ver la película. Y aunque tampoco me había hecho muchas expectativas sabiendo que el género no es fruto de mi devoción, las notas de la crítica y de meneantes volvían a dejar claro que la película era una obra maestra... aunque a mí no me lo ha parecido en absoluto. No es más que una simple película de la cual sólo recordaré los primeros y últimos fotogramas bañados con una estética a lo Marlboro, que da mucho gusto. Con una estructura en el guión demasiado clara, un final muy obvio, sólo queda fijarme en su música y fotografía, que no son lo que se dicen espectaculares. El ritmo de la película avanza del mismo modo que Clint monta a su caballo y avanza despacito, haciéndose muy muy lenta en varios tramos. Pero, de alguna forma se hace entretenida y eso es lo que le salva de la quema.