Lo que pretendía ser una película apocalíptica futurista, con moteros enfrentados a un régimen fascista, degenera rápido en una fumada sin sentido que rellena casi dos horas soporíferas, que al final desemboca en un cansino y absurdo combate propio de Dragon Ball, con monstruos gigantes, ondas de energía y personajes volando sin alas. Este final rompe cualquier atisbo de reflexión sobre la transhumanidad y carece de cualquier lógica dentro de las premisas de la película.
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Tras poner el Wrappep de 2025, he recordado que aun no había recomendado
otra miniserie de seis capítulos, ya cerrada, de cuando tenía Netflix, se
trata ...

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